martes, 21 de abril de 2015

El cuendú en Buenos Aires

         Cada vez que lo veía ,me recordaba al noroeste de la República, que tanto extraño, y me traía buenos recuerdos. Por eso seguí yendo a verlo al jardín zoológico luego de mis actividades rutinarias. Siempre preguntaba por su salud al guardaparques y me decía que estaba bien, hasta ese día...
 - Está teniendo un comportamiento extraño - me dijo el cuidador de ese lugar.
 - Tal vez es debido al cambio de hogar, ¿no? - dije yo.
 - Seguramente - me dijo - pues tiene síntomas de una enfermedad que se produce al sacar a un animal de su hábitat natural.
Fue entonces cuando comencé a preocuparme por ese animal, con el que me había encariñado tanto, por eso empecé a buscar en libros y otros tipos de medios para conocer la cura de esta extraña enfermedad.
         Pasaron varios días hasta que la encontré.
         Había que llevarlo a su hábitat natural: era el mejor remedio a ese problema. Hablé con el guardaparques, quien conversó con las autoridades del jardín zoológico quienes me permitieron devolver a ese pobre animal a su hogar.
         Dos semanas después viajé al noroeste del país, me despedí del cuendú, quien volvió a alzar sus largas púas, y regresé a Buenos Aires, donde continué mi vida pensando qué sería de aquella criatura...