jueves, 25 de mayo de 2017

Cuento Fantastico

      El caso de la señorita Amelia

      Todo comenzó en Julio, cuando a Juan se le ocurrió hacer un viaje con sus amigos Francisco y Tomás a Mendoza.  Estuvieron de acuerdo.
      Al llegar a aquella ciudad, se encontraron con un problema: no tenían dónde alojarse. Pasadas algunas horas, hallaron un hotel en una zona mas alejada de la ciudad.
       Aquella noche llovía mucho, y había niebla, por lo que salir a recorrer el lugar no era una opción. El frío se apoderaba del lugar como la curiosidad se apodera de los humanos.
         En la habitación, Juan y sus amigos dormían, cuando un ruido los alertó. Parecía un golpe seco. El misterio invadió por un largo rato a aquellos huéspedes, pero luego de quince minutos, como vieron que no volvía a ocurrir, siguieron durmiendo como si nada hubiese pasado.
      A la mañana siguiente, Juan, Francisco y Tomás, mientras desayunaban, tuvieron una charla sobre qué podría haber sido aquello que habían escuchado por la noche. “Debieron ser los que se hospedan en la habitación de al lado”, concluyó Francisco. Tomás, bromeando, dijo que podrían haber sido espíritus; y soltó una carcajada.
        Al volver a su habitación, comenzaron a escuchar rasguidos en las paredes. Nuevamente intentaron buscar una explicación lógica.  Ese mismo día, al atardecer, las personas que ocupaban la habitación próxima a la de ellos se habían marchado.
     A la hora de la cena, en el gran salón del hotel, hechos sobrenaturales comenzaron a ocurrir. El grupo de amigos se encontraba solo allí, no había nadie mas en ese lugar.
     Las sillas y las mesas comenzaron a volar y las paredes empezaron a temblar. Juan, Francisco y Tomás se dirigieron rápidamente a su habitación, donde  intentaron buscar explicaciones de los hechos que minutos antes habían vivido. Estaban charlando muy exaltados y nerviosos, cuando toda la habitación comenzó a agitarse: aparecieron rasguños en las paredes y un fantasma apareció desde el baño. 
        El espectro les habló.
     “Soy Amelia, morí hace dos años por su culpa. Era una noche fría en Buenos Aires, y ustedes, luego de una borrachera, me atropellaron con su auto.  Ahora volví para vengarme”.
        A continuación se dirigió hacia Tomás quien luego de un golpe mortal, murió.
       Acto seguido  se acercó a Francisco quien ,  justo antes de llegar a tocarlo, cayó desplomado al piso a causa de un paro cardíaco.
     Sólo quedaba Juan: el fantasma de Amelia se abalanzó sobre él y ,  en ese momento, despertó.
     Todo había sido un sueño. Sin embargo, los rasguños en las paredes de la habitación seguían allí, como marcas imborrables.